Las ideas que voy a tratar, prácticamente son las mismas que ya escribí hace dos años en Los Tubos, han cambiado poco pero la problemática respecto a TV y Radio N.L. se ha agudizado y las respuestas y soluciones son más urgentes hoy cuando comienza la carrera por la gubernatura en nuestro Estado, y una redefinición del papel que estos medios cumplen es más que necesaria, inaplazable.

Cuando se me invitó a hablar sobre la necesidad de replanteamiento que tiene en este momento el proyecto del Consejo Para la Cultura y las Artes de Nuevo León volvió a surgir la discusión acerca del papel que podrían jugar en su redefinición una TV y Radio Nuevo León, más cercanos al Conarte y mejor regulados por un nuevo proyecto de ley que los convirtiera en piezas centrales del Conarte y las políticas culturales del siglo XXI.

Siento que está por verse si es sólo un mayor acercamiento o un depender del Conarte lo que estos medios requieren; siempre he pensado que no sólo se trata de hacer una radio o una televisión "artísticas" para llegar a un mejor cometido de estos medios públicos, pero también tengo claro que estos medios públicos requieren urgentemente una redefinición de su papel y el Conarte replanteado, debería de tener una incidencia mayor en el futuro de estos.

 El problema fundamental hoy es que desde hace más de una década, la discusión pública sobre Radio y Tv Nuevo León, se ha ido haciendo prácticamente nula. Algunas voces surgieron hace dos años cuando se hablaba de que ya no se programaría música clásica en Opus 102.1, pero por ejemplo nadie ha notado la descomposición del antes canal 28.

 Unas cuantas décenas de personas hacen hoy operar estos canales, pero cada vez son menos los capaces de darle un cauce distinto, simplemente muchos han abandonado el barco. En este instante el padecimiento crónico de una dirección eternizada en la figura de Iñaki Alzugaray, radicaliza el problema, y la casi secreta y silenciada "unificación" de los roles directrices de la radio y la televisión estatales en los últimos meses de la actual administración, suponen una concentración del poco poder que suponen estos medios, pero que beneficia sin cuestionamientos posibles a Alzugaray Arregui y a los dos o tres que lo flanquean.

 

Históricamente la separación de estas dos instancias, radio y televisión, había significado una casi saludable diferenciación de proyectos y alcances, siendo la radio de alguna forma un medio más beneficiado por la atención ciudadana, con expertos en música y periodistas de diversas líneas. Hoy mucha de esa gente se fue decepcionada y los que quedan no pueden atreverse a contrastar una línea de fuerza que impide volver a retomar un proyecto coherente (¿existió alguna vez?).

 

El antes canal 28 , es el ejemplo del "estilo" de dirección que ha sumido en la pobreza periodística una televisión pública hoy más que grisácea, reducto de manoseo y quietismo, pasarela y taller de jóvenes reporteros y conductores, luego "mejor" aprovechados por los medios privados, lumpen re-make de fórmulas probadas y una barra de programación "administrada" como desde un escondite. Los logros de Iñaki, son la tranmisión satelital a los municipios, el dudoso "rating" y los sueldos de los camarógrafos, pero aún así, el ex-Canal 28 supura, más que cualquier otra cosa.

 Lo que señalé hace dos años en Los Tubos partía de la noción de que Radio y TV Nuevo León son dos instancias que representan un privilegio para una sociedad como la nuestra. Este privilegio se basa en los alcances que tuvieron en el pasado y que por suerte mantienen aunque sea germinalmente, es decir, como no han sido utilizados aún respecto al potencial que suponen, sino que lo han prefigurado cuando en momentos han dado lugar a una cierta preferencia en una sociedad que paracería no importarle este tipo de medios, Radio y TV Nuevo León deben ser percibidos como dos proyectos no-natos en estos momentos y por lo tanto están a tiempo de ser revalidados.

 Independientemente de que no han podido nunca sacudirse la imagen de "gobiernistas", y que más terriblemente, quienes ahí trabajan , hacen su labor desde un "miedo tácito" cosa aprovechada por los directivos para "instar amablemente" a no salirse del huacal y de la línea que les marcan, siempre han tenido también, por una extraña situación y una peculiar suerte, aires de alternativa comunicacional.

 Las esferas de las artes, los ámbitos universitarios, las instituciones públicas y privadas de divulgación y promoción de las artes, siempre se han sentido a gusto de tener un Canal 28 ( o 35 en cable u lo que sea) y un Opus 102; les gusta verse ahí, y a la gente le gusta tener como punto de referencia para la vida cultural en la ciudad, el acercamiento a estos dos medios de comunicación. Es decir, representan un valor social reconocido.

 Pero al mismo tiempo , esos públicos, esas instituciones, esos artistas locales, son culpables de que esos medios tengan una doble cara y un doble accionar. Por un lado el miedo tácito y la autocensura, por otro lado la identificación con el "gobiernismo" y el pensar que estos medios son sólo asunto de la administración en turno aunque representen una alternativa, ha impedido que la opinión pública tome cartas en el asunto y reclame una participación más real en el rumbo que estos medios deban tomar.

 Podría decirse que los ámbitos culturales en la sociedad nuevoleonesa se han conformado con la cara vista de estos medios, y han decidido no cuestionar y no conocer la cara oculta; pero este no es el problema, sino que al no conocer el interior no se convocan las posibilidades de evolución y de mejora de estos medios, es decir, parece que funcionan en automático, cuando en realidad, son fruto de reflujos políticos que han ido poco a poco logrando su marginación y su reducción a meros medios remolque.

 Hoy es imperioso abrir inmediatamente el debate sobre estos medios, en el que se sacuda el escondrijo en el que viven y tanto legisladores, representantes de Conarte, como del Consejo de Desarrollo Social, artistas de diversas disciplinas, comunicólogos de las Universidades, miembros de la sociedad civil, trabajadores y profesionales de estos dos medios e inclusive posibles particulares o miembros de fundaciones que pudieran promover la donación de recursos, le den respiración a un tema que es sustancial para una posible modificación de las políticas culturales en el futuro nuevo gobierno estatal.

 Aquí propongo sólo dos ejes de discusión que se entrecruzan, uno es más teórico y el otro es más contextual, estos no son los únicos posibles y en todo caso tratan de ser cuando menos dos temas de debate para abrir el abanico a varios más que darían cauce a una discusión que ya no puede esperar:

 

1.- Más teórico:

 

Un medio cultural o una radio y una televisión cultural en estos momentos tienen un campo de acción múltiple y una tarea muy amplia, difundir, divulgar, inclusive promover el reconocimiento de la diversidad de opciones culturales, lo que les asegura, un libre y espacioso movimiento en el tiempo y una carga amplia en opciones de producción, es decir, dan lugar a proyectos varios, a proyectos incluso cambiantes, por lo tanto dan lugar a que diversos ámbitos sociales diseñen diferentes tipos de fines y por cierto, programación para ellos.

 Un campo de acción nuevo que por ejemplo es el que han abierto ya las diferentes perspectivas del quehacer social expreso en producciones multimediáticas que posibilitan ya las nuevas tecnologías de la comunicación. Los jóvenes, los indígenas, los ancianos, las redes sociales de muchas partes del mundo, crean a menudo en la independencia, a veces en la marginalidad, blogs, documentos radiofónicos, vídeo documentales, etc., que están marcando la pauta y hacen necesaria la redefinición del papel de los medios públicos tradicionales.

 El horizonte de la diversidad que estos nuevos medios "alternativos" de producción, emisión y recepción han abierto, le da una tarea extra a los medios públicos, porque no se trata sólo de captar en un simil o integrar a su accionar, lo que esta diversidad supone, sino que le dan un campo de experiencias nuevo, en donde se puede mover y colaborar al enriquecimiento de la socialidad y por supuesto contribuir a las exigencias de acuerdo, solidaridad, civilidad y legitimidad que los ámbitos sociales están planteando.

 El campo de acción de los medios públicos, es esta nueva socialidad, y por lo tanto se debe dar en la coexistencia con estas nuevas alternativas comunicacionales. Ya no puede ni rescatarlas ideológica y políticamente, tampoco puede impostarlas, tampoco puede recuperar sus contenidos para "normalizarlos" y ofrecerlos decantados. Tiene por necesidad que expresar esas exigencias y ofrecerse a sí mismos como parte de esa amplitud de experiencias, son uno entre muchas opciones y por lo tanto tiene que estar a la altura de esas mismas circunstancias; el medio público es también un fragmento de diversidad.

 El campo tradicionalmente llamado "cultural" como difusión de las artes, en el que están basados nuestros medios públicos, daría entonces paso a una nueva noción de "cultura popular" que no descarta por supuesto las grandes tradiciones artísticas , los grandes relatos historiográficos, los foclores en uso y en desuso, sino que se convierte en un punto de contacto y a la vez de fuga, de las transformaciones que implican las nuevas relaciones sociales, transversales, multívocas: nuevas y viejas músicas híbridas, nuevas narraciones populares imbricadas, intersección de culturas como traducciones móviles, incluídas las tergiversaciones de la sensibilidad, tan importantes para comprender las nuevas estéticas, los movimientos transitorios de generación de sentido cultural, etc.

 Este campo de acción es también una nueva temporalidad para los medios públicos, porque no se agota en un "concepto" o en una "política cultural" de línea, sino que "pone en juego" o en "flujo" al medio mismo, lo hace redefinirse a cada momento, lo hace redireccionarse, le da motivos, le da opciones de programación, pero también lo convierte en un fragmento móvil que a su vez redefine el campo cultural y es justamente ahí en donde radica la necesidad de hacer que estos medios públicos sean observatorios ciudadanos y por lo tanto co-dirigidos por el Estado y la Sociedad.

 El que los medios públicos sean a la vez punto de llegada y pivote de una nueva concepción de la cultura, en un sentido renovado de la noción de cultura popular, el que sean "fragmentos móviles" supone que su papel es incluir pero también provocar la diversidad, pues una cosa es exponer, publicar, y otra cosa es salir, expandir, hacer hablar.

 En Nuevo León hay hoy una sociedad más compleja de lo que se cree, que necesita unos medios públicos a la altura de su tiempo, pero en este mismo instante esos medios públicos ni representan, ni expresan, quizás ni siquiera intuyen, en donde reside esa complejidad, y de ese mismo modo cometen la misma exclusión y reproducen la misma ceguera que los medios de comunicación comercializados, que siguen creando ellos mismos el márgen que supuestamente representa y caracteriza a nuestra sociedad, aunque a su vez la sociedad y la cultura de esta región comiencen ya a desbordar esos márgenes.

 

2.- Más contextual.

 

Esta profusión, esta salida de los márgenes de la caracterización que los medios de comunicación masiva locales mantienen de una sociedad, que sin embargo está cambiando, de una sociedad que quizás ya es otra, que ya son "otras", en esa profusión de identidades pues, surge la posibilidad del nuevo contexto en el que se desenvolverían ya nuestros medios públicos.

 En los últimos años, las tres principales Universidades locales han lanzado sus respectivos medios "culturales", un mucho similares al esquema iniciado en la localidad por Radio y TV Nuevo León. La problemática las alcanza a todas estas iniciativas de la misma manera que a nuestros medios públicos, están presas de un modelo de medio cultural que no representa las nuevas realidades, cuando mucho, las intuye.

 Dejemos a un lado el caso de la UANL, cuyos dos medios arrastran un lastre desde su creación, que están en manos de la Facultad de Ingeniería Mecánica, y no tienen participación real de la comunidad artística y de humanidades de la Universidad. Es la iniciativa más difuminada, menos clara, por cierto más escondida o debiera decir, menos pública. Son un coto de poder, un ejemplo del cacicazgo más arcáico posible, como muchas "zonas" universitarias.

 El caso de Radio UdeM y de Frecuencia Tec, que ya cuentan con un alcance mayor en el espectro radiofónico, ambos proyectos tienen un corte ingenuo y quizás muy autolimitado, pero también han puesto en evidencia la necesidad de alternativas al esquema cerrado de Radio Nuevo León, basado en la música clásica. Radio UdeM y Frecuencia Tec, están sobrepasando por los costados el modelo obsoleto de la música clásica como eje de la radio cultural y ya ensayan nuevas posibilidades: basados en experiecias juveniles, en relación con las nuevas formas de emisión por internet, suenan frescas aunque la censura y el acato son parte primordial de su existencia.

 A lo que voy es que si se quiere renovar el concepto y la realidad de los medios públicos y de los medios colegiales en nuestra sociedad, lo que está por hacerse, está por hacerse en primera instancia en la Radio y en la Tv de Nuevo León. Son estos dos medios los que tienen la fuerza y cierto carácter, asimismo tienen el tipo de transmisión y cierta legitimidad que les permitiría avanzar en un terreno en el que las radios colegiales apenas pisan, pero que podrían también abonar y con un proyecto ambicioso quizás hasta superar, aunque se antoja menos fácil por el mismo modo de pensar de las instituciones de educación privada; insisto la UANL pasaría como inexistente y no se vislumbra que acaso se equipare a la experiencia de las otras dos Universidades.

 Es también importante que los expertos en la comunicación local, y los analistas de las nuevas realidades mediáticas, nos hablen de las posibilidades de los medios universitarios, pues de ellas mismas como instituciones educativas saldrían las alternativas, esa es su ventaja.

 Lo que da otro tipo de ventaja a Radio y TV Nuevo León respecto a la televisión y radio comerciales y respecto a las radios colegiales, no es el modelo de medio cultural, sino las posibles experiencias que están en sus manos, porque defender su permanencia es justamente defender una optativa cultural, es ahí en donde no sólo reflejarían el acontecer artístico de la ciudad, donde no sólo serían la tribuna de lo diverso, sino el pivote de un reactivarse de un nuevo periodismo cultural y de las experiencias de interacción que esos ámbitos sociales ahora requieren.

 El modelo informativo de los noticieros televisivos y radiofónicos comercializados, reconduce a la opinión pública hacia una especie de "idiosincracia en funcionamiento" que no sólo hace que los públicos atiendan al medio cuando informa , sino que los hace "interactuar" con este y "configurar" lo que parece un modo de vida compartido, logrando una especie de "identidad en acción" , que identifica completamente en el discurso mediático labor informativa con acción social, con correspondencia identitaria con consenso social.

 Dejando a un lado su "populismo" en extremo, de noticieros basados en la sangre y en la violencia, los medios comercializados chantajean con el argumento de que eso es lo que quieren los públicos, pero cada vez más hay ámbitos de esta sociedad que dejan de estar a gusto con la forma en que los medios deciden el listado de identidades que se expresan supuestamente a través de ellos, hay identidades que no son reconocidas por estos medios y por ende no están expresas, mucho menos tienen posibilidad de debatir sus posiciones dentro de estos.

 El Norte es un periódico que nos ofrece un caso paradigmático. ¿Por qué una sociedad de millones de habitantes se siente tan cómoda con la evidente y parcial forma de ver las cosas que la anteojera de un periódico tiene? Sencillamente porque caracteriza eso, la comodidad del manejo de las formas de opinión, lo resuelto de ser un medio concentrador de todas las energías del debate social y cultural, debate al que nuestra sociedad tiene mucho miedo.

 Pero hoy en día surgen en nuestra misma ciudad y buscan ejercer su derecho a la cultura y buscan ver representada su cultura, otros ámbitos que son el terreno en el cual nuestros medios públicos deben de internarse. No todos estos ámbitos están exigiendo combativamente su inclusión, no todo es beligerancia cultural, por eso mismo no todos estos ámbitos pueden incluso reconocer su derecho a luchar por verse expresos, aunque sí es cierto que están luchando y están ampliando su horizonte gracias a lo que señalamos arriba, el tener a su alcance las nuevas formas de producción, emisión y recepción basados en la tecnología digital.

 Nuestros medios públicos en concreto Radio y TV Nuevo León tienen una verdadera opción de ser experimentos del debate socio-cultural, porque en un momento dado, este se expresa ya abiertamente en la sociedad nuevoleonesa pero no lo hace ya desde los ámbitos culturales oficiales y probados, el debate y la necesidad de reconocimiento está comenzando a salirse de los cauces políticos tradicionales y convertirse en experiencia de vida, estamos buscando a como de lugar redefinirnos culturalmente.

 No sólo dándole cabida a experiencias de "cultura marginal" como por voluntad, sino que estamos rodeados de experiencias sociales y de cultura "excluidas" , como señaló Castillo Berthier en las recientes Jornadas de la Juventud que organizó el Consejo de Desarrollo Social; necesitamos en Nuevo León varios conceptos de juventud ampliando el horizonte de su definición, necesitamos varios conceptos de cultura y sociedad abriendo las estructuras idiosincráticas por principio, abriendo la imagen que tenemos de nosotros mismos en un abanico de optativas y de asunción respetuosa pero respetada también.

 Si los medios reconocen ello y activan la voz de esas nuevas experiencias, son precisamente un apoyo para evitar el conflicto social grave que supondría la permanencia en una sociedad cerrada, embalada en un modelo de vida que ya no opera y devuelta en imagen y semejanza sólo como cadáver, que es lo que nos está pasando en este instante. No es una metáfora, para salir del simple conteo diario de accidentes y de cadáveres, hacen falta unos medios públicos que cuenten las historias culturales que se ejercen como modos diversos y diversas opciones de vida.

 La necesidad de legitimidad social y política es también cultural, o mejor dicho, pasa por la defensa de la legitimidad cultural. Unos medios públicos atentos a esto son parte de un ideario de civilidad en flujo , que se opone al modelo de "idiosincracia en tiempo real" de los medios masivos comerciales, y en ese sentido su labor pública y en un sentido estricto de política pública, se extiende a la consolidación de su quehacer como un agente de la civilidad en acción real, sostenida en el tiempo.

 Ese es el privilegio contextual de nuestros medios públicos, que ya existen como experiencias mediáticas pero les hace falta gestarse como proyectos públicos, nacer como nuevas aportaciones, como intentos de madurez social, cosa que tienen a la mano, pues ya no se exige de ellos lo de antaño. Hoy en día, Radio y TV Nuevo León están preparados para ser un proyecto público independiente de la línea del Gobierno Estatal, porque este ya no necesita "valerse de ellos" , creo que hace tiempo que estos medios incluso ahí, no son bien vistos, son soportados, son mantenidos en grado cero esperando ser reclamados por alguien que los haga nacer de una vez por todas.

 Esa tarea es hoy el de una diversidad de actores sociales y culturales, de promotores y profesionales de la cultura en Nuevo León, de trabajadores y empleados de esos medios, de todos quienes históricamente han aportado su grano de arena en su configuración. Quienes siguen viendo estos medios como un botín político son precisamente aquellos que no comprenden cómo ha cambiado nuestra sociedad, cómo exige otras cosas, quienes no pueden salirse de los esquemas de la discrecionalidad y la superchería mandona excesiva. Ellos saben que están atrincherados, por eso no sacan la cabeza, por eso no dicen esta boca es mía, se encargan más bien de remodelar la casita para que los pocos que siguen adentro sigan sintiéndola como suya, ofreciéndoles en desayunos "compartidos" en el estacionamiento del edificio San Francisco, logros falseados, simples listados de alcances no palpables.

 Radio y Televisión de Nuevo León, atraviesan por un periodo de declive y de indiferencia que ya cumple más de diez años, de muchos de nosotros depende que llegue esto a su fin en el año 2010 si no antes. Hay que pensar en Radio y TV Nuevo León como dos proyectos que aún están por hacerse realidad, estamos ante una gran oportunidad de hacer de ellos un ser público y por ello mismo como recién nacidos, con la esperanza de que rindan otros frutos, pero que también los hagamos aprender a que rindan cuentas.

 

Marzo de 2009.

 

(Imagen tomada de Internet / Derechos reservados por el autor)