La fundación del Consejo para la Cultura de Nuevo León activó el proceso por el cual las Culturas Populares adquirieron en la institución un rango de importancia similar al de las llamadas bellas artes. Con la convicción de las dos primeras presidencias del CONARTE (maestra Alejandra Rangel y maestra Carolina Farías) y del equipo de la Coordinación de Proyectos Estratégicos, más tarde Dirección de Culturas Populares, de la importancia de las Culturas Populares como parte medular de la diversidad cultural de Nuevo León. Con la intención de facilitar a los sectores excluidos su acceso a los bienes culturales e impulsar la creatividad en el área de las Culturas Populares, el criterio normativo se centró en brindarles la misma atención y apoyo que el que reciben quienes preservan y crean las llamadas bellas artes.

El soporte teórico del equipo de Culturas Populares siguió la senda de la interculturalidad, que parte del reconocimiento del derecho a la diversidad, el combate a todas las formas de discriminación, y el fortalecimiento de las relaciones dialógicas y equitativas entre los miembros de universos culturales diferentes[1]. Retomamos propuestas de connotados investigadores, entre ellos, Bonfil Batalla (1996) de quien tomamos la caracterización de cultura: "la cultura no es privilegio de personas o grupos, "todos los pueblos, todas las sociedades y todos los grupos humanos tienen cultura" por lo que no se puede hablar de personas incultas, del mismo autor: las Culturas Populares se caracterizan "por ser la cultura de ciertos sectores, esto es, los sectores populares, el pueblo, y si esos sectores se definen a su vez por su relación con otros sectores de la sociedad (los sectores no populares, el no-pueblo), entonces en la naturaleza de esa relación estamos haciendo residir la condición definitoria de lo popular (...) estamos hablando de una relación dominación/subordinación. En este sentido, la relación de subordinación/dominación se traduce "en un acceso diferenciado a los bienes de una cultura".

Era, y es, obvio que la sociedad nuevoleonesa en términos generales utiliza términos lingüísticos, degusta alimentos, tararea y baila composiciones de la cultura popular, también disfruta las fiestas patronales y admira muchas de las nuevas expresiones creadas en el terreno de las Culturas Populares, pero también es obvio que existen modelos culturales excluyentes respecto a las personas que residen zonas marginadas y rurales, un ejemplo de ello son los jóvenes de colonias populares para quienes la educación formal es prácticamente inaccesible por razones económicas[2], carecen de espacios culturales y deportivos[3], pero que en su propio espacio han creado y/o recreado expresiones culturales musicales, dancísticas, modas y estilos de vida retomados por jóvenes de estratos medios y altos, estos jóvenes que forman parte de la dinámica de las Culturas Populares urbanas del área metropolitana, son vistos con recelo por la sociedad si transitan por colonias de estratos medios y altos, o asisten a espacios "cultos".

 En esta realidad, uno de los principales objetivos fue apoyar la preservación y las desarrollo de las nuevas creaciones de cultura popular, abrir espacios a los creadores, transmitirles el reconocimiento institucional a sus creaciones e interpretaciones, pero, ¿cómo lograrlo sin fortalecer el paternalismo y evitando que los programas se interpretaran como compensaciones al escaso o nulo acceso de personas, particularmente residentes de colonias populares y de las áreas rurales, a los bienes culturales heredados y de nuevo cuño?,¿cómo lograr que la sociedad en su conjunto respete las diferencias culturales?, las posibilidades para dar respuestas se ramificaron en tres ejes: investigación y capacitación permanente, foros académicos y de opinión, y actividades dirigidas a la comunidad. De mayor dificultad fue la respuesta a la pregunta ¿cómo convencer al total de los miembros del Consejo del CONARTE, que las Culturas Populares en el terreno institucional merecen y requieren del apoyo de los gremios artísticos y de un presupuesto similar al de las bellas artes?, porque el reconocimiento de las Culturas Populares no fue unánime en el CONARTE. Si bien la mayoría de los representantes de los gremios artísticos nos apoyaron –algunos en forma abierta y decidida-, hubo quienes se opusieron enérgicamente a que el CONARTE incluyera en sus programas esta área considerada propia de gente inculta. No obstante estos prejuicios, los programas de Culturas Populares continuaron ampliándose progresivamente.

 Dado que las Culturas Populares ha sido un tema poco tratado a nivel académico, la investigación como punto de partida para el diseño y programación de actividades se hacía no sólo necesaria sino indispensable, no obstante el avance tuvo limitaciones presupuestales. A lo largo de ocho años se realizaron las siguientes investigaciones y registros culturales: edición rústica de dos manuales, uno sobre la elaboración de proyectos de investigación, otro relativo a la presentación de proyectos culturales; investigación sobre el consumo cultural de los jóvenes de colonias populares del área metropolitana; en el tema de los indígenas migrantes, Los Mixtecos en Nuevo León publicado en 1997 -libro que originó el interés y apoyo del connotado maestro oaxaqueño Francisco Toledo a los mixtecos que residen en la colonia Héctor Caballero del municipio de Juárez-; investigación sobre los Chicaleros de Galeana cuyo resultado se editó en un libro y en un vídeo; inventario cultural de los municipios que forman las regiones rurales cuyo resultado fue la edición de dos libros sobre la región sur del estado, quedando los correspondientes a las otras regiones en CDs-; registro audiovisual editado en vídeo sobre de la cultura de los siete municipios rurales de la región sur (un vídeo de cada municipio); un registro sobre la utilización del palmito en Bustamante (corte, preparación de la palma, tejido, obra terminada); registro musical por regiones editado en CDs como parte del programa "Nuevo León a través de su música" cuyo objetivo fue apoyar a jóvenes músicos, compositores y/o intérpretes de música popular en diferentes variantes: colombiana, rock y regional.

 Con la certidumbre de que los cambios socioculturales no impuestos, transitan por un lento proceso de asimilación y apropiación, la capacitación permanente fue una de las líneas rectoras en la planeación de los talleres de cultura popular. El soporte fue la metodología de la Educación Popular desde la perspectiva de la interculturalidad. De acuerdo a ello, se capacitó a los jóvenes del equipo de Culturas Populares, a los promotores y a quienes formaron los grupos de trabajo en forma de talleres. A la vez, cada promotor aplicó la metodología particular sobre las técnicas que requería su grupo (joyería artesanal, pintura, serigrafía, literatura, artesanías, etcétera). Los talleres crecieron en número y en calidad de los productos obtenidos, de tal forma que en muchos casos comercializaron sus obras en las exposiciones-venta que se abrían a todo público en plazas, espacios culturales y en el Teatro de la Ciudad (nuestra primera solicitud para utilizar el espacio originó un revuelo de veladas negativas y temores respecto a que los asistentes podrían dañar las instalaciones, acción que nunca se presentó).

 El trabajo en equipo se fortaleció en los Encuentros de Talleristas que se celebraban en forma periódica teniendo como sede algún municipio rural con la participación de parte del equipo de Culturas Populares, un coordinador del evento, algún investigador invitado y los propios promotores, el resultado fue en todos los casos, un nutrido intercambio de experiencias, la evaluación de lo realizado y propuestas para la continuidad. En el área rural se invitó a los creadores a presentar su obra en exposiciones y foros artísticos en las plazas principales de los municipios. La riqueza que se exhibió en cada ocasión, mostró la preservación de diferentes expresiones de la cultura popular y las nuevas creaciones, aspecto dinámico que muestra los alcances de las Culturas Populares del pasado y del presente, José Manuel Valenzuela (1998) lo describe así: en "las definiciones de los umbrales populares participan nuevos referentes y formas de construcción sociocultural de los espacios (...) los mitos, leyendas y narraciones tradicionales se recrean pero sin desaparecer del todo. Por ello, podemos identificar cambios importantes en la definición de los parámetros desde los cuales se construye lo popular como expresión de las conformaciones de prácticas y sentidos diferentes de los marcos oficiales, dominantes o institucionalizados".

 Los foros académicos y de opinión fortalecieron aspectos conceptuales, nos acercaron a las experiencias de vida y la problemática surgida a partir de la intolerancia cultural. En este renglón, se celebraron congresos, encuentros y coloquios con participación de académicos nacionales e internacionales; foros de opinión de creadores y promotores, y de grupos indígenas migrantes en Nuevo León y en otras entidades del país; en todos los casos el debate estuvo abierto a la comunidad que deseara participar.

 Las actividades dirigidas a la comunidad se presentaron en forma de: tocadas en espacios alternativos en donde participaban los grupos que así lo desearan; tocadas de rock con grupos constituidos; festivales de Cultura Popular con grupos regionales; actividades artísticas, artesanales, foros, exposiciones celebradas en el Museo de Culturas Populares; espectáculos artísticos (títeres, música, danza, entre otros) en espacios alternativos (calles, plazas, camellones) de colonias populares y en escuelas públicas, celebrados por artistas a modo de retribución a la comunidad por haber obtenido el apoyo del Financiarte o directamente de alguna de las áreas artísticas, el principio fue que el presupuesto del CONARTE proviene de los impuestos que paga la comunidad. Por último, la actividad de mayor dimensión en cuanto el gran número de personas que siempre asistió fue el Convite Norteño, evento en el que no sólo CONARTE sino el gobierno del Estado, hacía público su reconocimiento a alguna persona por su trayectoria como exponente de la cultura popular (Piporro, Celso Piña, Blue Demon, Vianney Valdés y Ramón Ayala recibieron el homenaje), formaban parte de la gran fiesta popular jóvenes luchadores, grupos musicales y de danza de diferente género, sin faltar la venta artesanías, panes, dulces, juguetes, etcétera elaborados por personas de las colonias populares y de los municipios rurales.

 Es importante señalar que el trabajo se realizó gracias al equipo de Culturas Populares formado básicamente por jóvenes profesionistas de áreas artísticas y humanistas, comprometidos y dispuestos a proponer, innovar, realizar. No menos importante fue el apoyo de compañeros y compañeras académicos siempre dispuestos a asesorar y participar en las actividades. Al grupo de promotores formado por jóvenes artistas (en las áreas de las bellas artes y de la cultura popular), académicos (áreas artísticas y humanísticas) y promotores culturales con experiencias previas en colonias populares o sencillamente con la voluntad de apoyar el proyecto, se debe en gran medida que el proyecto se consolidara, en la dinámica de sumar al proyecto a quienes compartían nuestros objetivos, descubrimos que eran muchos los jóvenes comprometidos socialmente sin esperar beneficios personales[4].

 Para concluir este artículo en el que pretendí proyectar el dinamismo del equipo de Culturas Populares como parte de la institución gubernamental CONARTE, a modo de reflexión a ocho años de distancia, reafirmo que la relación entre Culturas Populares e institucionalidad formal es dialéctica. La institucionalidad formal se proyecta en el ejercicio de las relaciones sociales, en las prácticas laborales, educativas, políticas y socioculturales vinculadas a leyes, normas y regulaciones propias de instituciones gubernamentales u oficiales y las Culturas Populares se caracterizan por la libertad de las expresiones de grupos marginados social, económica y culturalmente en oposición a los grupos dominantes. También reafirmo que las formas de relación pueden amortiguar las diferencias de sentido si éstas son de respeto a las diferencias culturales y de clase, si la institución gubernamental dirige sus apoyos y oportunidades de desarrollo cultural a la población en general sin exclusiones, si las relaciones son horizontales sin presiones de ningún tipo.

 A través de los procesos migratorios, la globalización económica y los medios de comunicación, vivimos en un mundo intercultural. El reto es asumir la posibilidad de construir relaciones sociales en base al respeto mutuo y evitar tendencias homologenizantes culturalmente empobrecedoras que obstaculizan el pleno desarrollo social[5].

 

[1] "Lecturas Complementarias" (2005). Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Instituto Superior La Salle – Urubamba.

 

[2] La educación formal en los jóvenes de niveles bajo y muy bajo reporta: al 35% con alguna carrera técnica y ningún grado de maestría y doctorado, en el nivel bajo al 5.4% con nivel de licenciatura y ninguno en el nivel muy bajo. María Zebadúa Serra, "Jóvenes de Nuevo León: procesos de institucionalización / desinstitucionalización", en Mónica Valdez González (Compiladora), Instituto Mexicano de la Juventud, México, D. F., 2006.

 

[3] Salvo algunas excepciones en las colonias populares no existen espacios culturales abiertos a los jóvenes. En el área deportiva, la privatización del lecho del río Santa Catarina les canceló en gran medida la oportunidad de practicar algún deporte.

 

[4] Muchos de los promotores que se sumaron al equipo fueron detectados a través de terceras personas, por su ardua labor en colonias populares sin apoyo institucional, y por medio de las propuestas con las que concursaron en los Programas Financiarte y Fondo Nacional para la Cultura y las Artes que durante la gestión de la maestra Rangel correspondían a la Coordinación de Proyectos Estratégicos. Al tomar posesión la maestra Carolina Farías la Coordinación se transformó en Dirección de Culturas Populares, pasando los programas de concurso a otra Dirección.

 

[5] "Lecturas Complementarias" (2005). Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Instituto Superior La Salle – Urubamba.

 

 

 Bibliografía

 

Bonfil Batalla, Guillermo (1996), "Pensar nuestra cultura", 1ª. Edición 1991, México, D.F., Alianza Editorial.

García Canclini, Néstor (1988), "Tendencias actuales de la cultura en México" en Rodolfo Stavenhagen y Margarita Nolasco (coordinadores), Política cultural para un país multiétnico, México, D. F. SEP, Subsecretaría de Cultura, Dirección General de Culturas Populares, El Colegio de México y Universidad de las Naciones Unidas.

"Lecturas Complementarias" (2005). Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Instituto Superior La Salle – Urubamba.

Valenzuela Arce, José Manuel (1998), "Nuestros Piensos. Culturas populares en la frontera México – Estados Unidos, México, D. F., Culturas Populares de México, Conaculta.

Zebadúa Serra, María (2006), "Jóvenes de Nuevo León: procesos de institucionalización / desinstitucionalización", en Mónica Valdez González (Compiladora), Instituto Mexicano de la Juventud, México, D. F.

[1] "Lecturas Complementarias" (2005). Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Instituto Superior La Salle – Urubamba.

[2] La educación formal en los jóvenes de niveles bajo y muy bajo reporta: al 35% con alguna carrera técnica y ningún grado de maestría y doctorado, en el nivel bajo al 5.4% con nivel de licenciatura y ninguno en el nivel muy bajo. María Zebadúa Serra, "Jóvenes de Nuevo León: procesos de institucionalización / desinstitucionalización", en Mónica Valdez González (Compiladora), Instituto Mexicano de la Juventud, México, D. F., 2006.

[3] Salvo algunas excepciones en las colonias populares no existen espacios culturales abiertos a los jóvenes. En el área deportiva, la privatización del lecho del río Santa Catarina les canceló en gran medida la oportunidad de practicar algún deporte.

[4] Muchos de los promotores que se sumaron al equipo fueron detectados a través de terceras personas, por su ardua labor en colonias populares sin apoyo institucional, y por medio de las propuestas con las que concursaron en los Programas Financiarte y Fondo Nacional para la Cultura y las Artes que durante la gestión de la maestra Rangel correspondían a la Coordinación de Proyectos Estratégicos. Al tomar posesión la maestra Carolina Farías la Coordinación se transformó en Dirección de Culturas Populares, pasando los programas de concurso a otra Dirección.

[5] "Lecturas Complementarias" (2005). Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Instituto Superior La Salle – Urubamba.

Marzo de 2009

 

(Imagen tomada de Internet / Derechos reservados por el autor)

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