Pocos momentos encontramos en la historia, en los que el desprecio a los valores morales y espirituales haya sido tan evidente como en la actualidad. Podríamos atribuir dicho comportamiento a la validez que se le otorga a todo lo relacionado con lo material, o tal vez a la prerrogativa de la competencia, en contraposición con la solidaridad, quizá a la desafortunada interpretación que hemos hecho de la teoría de la selección natural propuesta por Charles Darwin y que, como consecuencia de ello, hemos convertido a nuestra sociedad en una jungla en la que prevalece la "ley del más fuerte". Donde el más fuerte es el que más tiene. Sin embargo, a lo largo de la historia, han existido hombres o mujeres que actuaron sin escrúpulos al momento de buscar el poder político, económico, etc., ejerciéndolo con frialdad y crueldad inusitada.

Probablemente el origen más cercano de esta vocación non sancta lo encontramos en una obra literaria que, desgraciadamente, se convirtió en tratado de doctrina política. Me refiero al Príncipe, de Nicolás Maquiavelo (1469-1527). En esa obra, Maquiavelo presenta al duque Valentino, César Borgia, como el prototipo del hombre que se encumbra a través del infortunio de otros, utilizando la intriga, la manipulación y el terror. Curiosamente, las consecuencias de tan narcisista comportamiento las encontramos en el mismo César Borgia, quien resultó ser víctima de sus propias intrigas palaciegas al caer en desgracia, cuando ascendió Julio II (Giuliano delle Rovere) al trono papal, a pesar de que Borgia se lo trató de impedir. Otro de los personajes estudiado por Maquiavelo, que ilustra la manera perversa de conducir a un pueblo, es Fernando de Aragón, quien logró grandes conquistas amparado en el estandarte de la religión cristiana, pero que en su actuar personal desconocía los principio de la solidaridad, del amor y la entrega al prójimo profesados por Cristo.

Si proseguimos con la lista de los hombres y mujeres que han ostentado el poder, y gobernantes de toda laya que han desfilado por la historia de la humanidad haciendo gala de su insensibilidad hacia el prójimo, sin importarles lo que piense y sienta, la misma daría la vuelta al mundo varias veces.

No obstante, dicho proceder sin escrúpulos, actualmente es considerado por los psicólogos y psiquiatras como un severo trastorno de la personalidad, y a los sujetos que lo padecen se les considera psicópatas. Aunque el diccionario de la lengua española lo defina "como una anomalía psíquica donde la conducta social del individuo se halla patológicamente alterada como consecuencia de su adaptación al medio", es decir, de origen funcional, como podría ser una conducta aprendida en determinado medio social, familiar, institucional, etc., los últimos estudios en el campo de las neurociencias señalan que este trastorno de la personalidad podría tener, también, un origen orgánico. O sea, el psicópata nace y se hace.

Si queremos dar una idea precisa de cómo se maneja esta clase de individuos, qué mejor ejemplo que la mayoría de los políticos (existen honrosas excepciones que confirman la regla), que ciñen su comportamiento a la mera consecución de intereses personales y de partido. Con relación a esto, el periodista norteamericano Jon Ronson ha descubierto –en un test para la detección de la psicopatía, elaborado por el psicólogo de la University of British Columbia, Robert Hare, diseñado para detectar rasgos psicopáticos en los delincuentes pertinaces y en los asesinos en serie– que muchos psicópatas conviven con nosotros y lo hacen, además, de manera bastante exitosa. Dicha prueba se basa en la escala PCL Psichopaty Checklist del propio Hare, la cual arrojó sorprendentes resultados cuando se aplicó a políticos, responsables de corporaciones y altos ejecutivos. Con los resultados de dicho test, Ronson escribió un libro: A Psychopath Test (El test del psicópata), en el que afirma que "el capitalismo, en su expresión más despiadada, es una manifestación de psicopatía", y agrega que lo sucedido en la última crisis bancaria fue resultado de una especie de capitalismo moldeado por una elite de psicópatas

Hare y Babiak, con los resultados obtenidos en la aplicación de la escala PCL-R a personas comunes y corrientes, y considerada como una de la más precisas para determinar el riesgo de conducta psicópata en criminales violentos, también escribieron un libro: Serpientes en traje, el psicópata exitoso, en el cual relatan que durante el curso de dicha investigación "nos encontramos con personas que a pesar de no rendir bien en su empleo, habían logrado reptar a los niveles más altos de las compañías que los empleaban". Con la escala PC-R, Hare y Babiak descubrieron que de 203 empleados de diferentes niveles, desde supervisores hasta ejecutivos, veinticinco calificaron como psicópatas.

En su libro, Bob Hare define el perfil de los psicópatas como personas encantadoras y con gran carisma, pero que utilizan ese encanto para seducir y atraer a sus víctimas. Personas que a través del sexo, la violencia y el poder controlan a los demás para así satisfacer sus propias necesidades ególatras. Hare prosigue: "los psicópatas carecen de conciencia y empatía, es decir, son incapaces de ponerse en los zapatos del otro, toman lo que quieren y hacen lo que les place, violando las normas sociales sin culpa o remordimiento alguno, faltándoles las cualidades que les permiten a las personas vivir en armonía con sus semejantes".

Por su parte, Ronson apunta en su obra que: "los psicópatas que medran en el mercado de valores no son tan malos como sus colegas penitenciarios y asesinos seriales"; por lo que Hare le replica que: "los asesinos seriales arruinan familias. Los psicópatas corporativos, políticos y religiosos, arruinan economías, sociedades y países enteros".

Por otro lado, Martha Stout, autora del libro The Sociopath Next Door, en entrevista con Ronson, afirma: "los sociópatas (psicópatas) aman el poder, aman ganar. Si quitas los valores morales y la bondad del ser humano, únicamente queda la voluntad de ganar", y agrega: "cuánto más alto explores en la escala del poder, más alto será el número de sociópatas que ahí encuentres".

Por su parte, Hervey Cleckley, autor del libro The Mask of Sanity: An Attempt to Clarify Some Isseus About So-called Psichopathic Personality, define los siguientes rasgos del psicópata: poseen un encanto superficial, inteligencia, ausencia de delirios o signos de pensamiento irracional, ausencia de manifestaciones neuróticas, falsedad, carencia de remordimientos y de vergüenza, conducta antisocial sin motivo que la justifique, carencia de juicio y dificultad para aprender de la experiencia, egocentrismo, incapacidad para amar, pobreza generalizada en sus relaciones afectivas, pérdida específica de intuición, insensibilidad en sus relaciones interpersonales, conducta extravagante y desagradable bajo los efectos del alcohol o sin él, vida sexual impersonal, frívola y poco estable. Por otro lado, Robert Hare define la personalidad psicopática, mediante una lista basada en el trabajo de Cleckley de veinte rasgos que se detectan con su escala PCL, los cuales enumeramos a continuación: Gran capacidad verbal y un encanto personal, autoestima exagerada, constante necesidad de obtener estímulos y tendencia al aburrimiento, inclinación a mentir de forma patológica, comportamiento malicioso y manipulador, carencia de culpa o cualquier otro tipo de remordimiento, afectividad frívola y superficial, falta de empatía, crueldad e insensibilidad, estilo de vida parasitario, carencia de autocontrol, vida sexual promiscua, problemas de conducta desde la niñez, falta de metas realistas a largo plazo, actitud impulsiva, comportamiento irresponsable, incapacidad patológica para aceptar responsabilidades sobre sus propios actos, matrimonios de corta duración, tendencia hacia la delincuencia juvenil, versatilidad para la acción criminal, aptitudes para influir en la revocación de su libertad en caso de ser sujetos a alguna acción penal. Aunque usamos "el" para denominar al psicópata, los psicópatas femeninos también existen. En la sexta edición de la obra Conducta anormal (Abnormal Behavior), los autores David, Derald y Sue Stanley, con base en un reporte de la Asociación de Psiquiátrica Americana, estiman 3% de psicópatas masculinos y 1% para las mujeres. En este mismo reporte se señala: "la psicopatía causa más estragos en la sociedad que la mayoría de las otras enfermedades mentales, ya que el trastorno afecta principalmente las reacciones del medio ambiente social, arrastrando a otras personas en su red destructiva". Por lo que la ansiedad causada por los antisociales (psicópatas) afecta trágicamente a familias, grupos sociales y comunidades al infringir profundas heridas tanto físicas como emocionales.

Para concluir, un estudio realizado con escáner de tomografía por emisión de positrones (PET porsus siglas en inglés), y publicado recientemente en el Brithis Journal of Psychiatry, señala que los psicópatas muestran menos actividad en áreas del cerebro relacionadas con la evaluación de las emociones vinculadas a las expresiones faciales, en particular son menos receptivos a los rostros que expresan temor, por lo que no son, suficientemente, aptos para percibir los estímulos relacionados con la capacidad de empatía. Estos hallazgos se relacionan específicamente con el área del lóbulo prefrontal, el cual es el sustrato neurológico de los mecanismos relacionados con los razonamientos morales y la conciencia.

En este campo, los estudios de psicópatas realizados por Hare sugieren que estos trastornos pueden deberse al mal funcionamiento de la amígdala, en particular, la derecha. Este órgano se activa intensamente ante la presencia de estímulos emocionales. En los psicópatas, la amígdala demuestra, ante estos estímulos, poca o nula actividad. Por su parte, la investigadora española Beatriz Pizarro de Zulliguer, en su obra Neurociencia y educación, menciona que "estudios con imagen demuestran que en la mayoría de las personas el hemisferio derecho se ilumina en situaciones emocionales, mientras que en los psicópatas están igualmente activos los dos hemisferios, lo que les libra del sentimiento de culpa, remordimiento y necesidad de castigo". Zulliguer agrega que algunos investigadores creen que la causa subyacente (epigenética) de esto es un daño cerebral debido, quizá, a la carencia de oxígeno antes o después del nacimiento, aunque otros sugieren que la falta de un sólido vínculo materno-filial a través de la hormona oxitocina puede ser el responsable, ya que este vínculo es necesario para mantener la función normal de la amígdala. Igualmente, se ha encontrado en los psicópatas un déficit de neurotransmisores inhibidores de la conducta agresiva, como la serotonina.

Por su parte, el enfoque psicoanalítico sugiere que la causa subyacente de la psicopatía sería un fuerte vínculo, basado en la seducción por parte del progenitor del sexo opuesto, que el futuro psicópata sostiene durante sus primeros años de vida, específicamente durante la etapa edípica, lo que conlleva a desarrollar un carácter narcisista con las consecuencias que ello conducirá en sus futuras relaciones interpersonales del sujeto.

 

FUENTES

 

http://redjedi.foroactivo.net/t4257-serpientes-en-traje-elpsicopata-exitoso

 

http://matasanos.org/2012/01/26/el-test-del-psicopata-jonronson/

 

http://es.wikipedia.org/wiki/El_Pr%C3%ADncipe

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Psicopat%C3%ADa

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Maquiavelo

 

http://psicologiaycriminologia.blogspot.com/2007/10/roberthare.html

 

http://www.alzheimergdl.com/sindrome%20disejecutivo.pdf

 

http://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/sociopol_ponerology44.htm

 

Pizarro de Zulliger Beatriz, (2003). Neurociencia y Educación. Madrid: editorial la Muralla. S.A.

 

Este texto ha sido ha sido publicado en la revista CIENCIAUANL Universidad de Nuevo León.

 

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