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Como si lo atacara de pronto el horror vacui, el divertido Cardenal Norberto Rivera nos acusó a los/las que hemos escrito sobre la pederastia de algunos curas perversos, y de quienes los encubren, de ser prostitutos y prostitutas de la información. La declaración la hace el cardenal Beto desde la cárcel, pero no como preso sino en visita pastoral. De ahí el horror vacui al pisar lo que para él sería el verdadero infierno, no el limbo (pues ha sido derogado por el Vaticano), sino el infierno. El prelado seguramente entiende muy bien la frase de Sartre en A Puerta Cerrada: “El infierno son los otros”. Por lo pronto, el pastor que suele bendecir los alimentos a los poderosos del dinero y la política (la secuencia en la película Fraude de Mandoki, bendiciendo a Salinas de Gortari y sus amigos, es verdaderamente pedagógica y grotesca), anda libre y así seguirá mientras la justicia en México siga prostituyéndose (esa sí), vendiéndola a quien mejor presione y mejor pague. Si el Góber Precioso ha sido exonerado por una banda de rufianes y rufianas (6 de 10, hay que ser justos) que integran el supremo tribunal jurídico de la nación, el subordinado del Papa Raztinger, por lo pronto puede dormir más o menos tranquilo.

La grosera acusación que nos endilga el Cardenal a quienes escribimos en revistas y periódicos y hablan en micrófonos de tele y radio, no deja de tener su lado humorístico, su filón para un sabroso relato. Imaginémonos (los prostitutos y las prostitutas del periodismo) en una Zona Roja, en un Apartheid Moral, ejerciendo nuestro antiguo oficio y vendiendo nuestros encantos. Sería el paraíso en la tierra. Muchedumbres del Mundo Decente llegarían preguntando: “¿En cual cabaret se presentan la Princesa Poniatowska de La Jornada, la Felina Adela Micha deTelevisa, las encantadoras Marcela Gómez y Roberta Garza del Milenio?”, “¿Cómo llegamos al antro donde hacen striptis Las Lolitas del Canal de las Estrellas y de televisión Azteca?”. Otras/otros sabuesos de la noche fuerte andarían en pos del espectáculo Stripers Afamados donde las estrellas serían Miguel Ángel Granados Chapa, Jacobo Zalbludovski, López Dóriga, Carlos Marín, Loret de Mola y Julio Hernández.

Y los Teiboldances Unisex anunciados con la belleza escultural y la guapura metrosexual del ejército de reporteros y reporteras jóvenes, serían la sensación, el éxito empresarial y el Modus Vivendi de tantos deshauciados del periodismo. Esa Zona Roja estaría muy iluminada (tanto o más que las Vegas), trazada con antros, cabarets, casinos, bares, pianos-bar, Sex Shops y lugares secretos, escuelas públicas de educación básica hasta nivel universitario, complejos departamentales, casas y retiros en el campo (donde vivirían las prostitutas/os con sus respectivas familias); cines, restaurantes, salas de masaje, parques; cada grupo organizado que desee tener su televisora, su periódico o estación de radio, lo tendrá sin mayores trámites burocráticos, sin que tenga que sobornar diputados, senadores y presidentes espurios o legítimos. El trazo de esta Urbe del Mal ni siquiera lo pensaron los fantasiosos arquitectos de la bíblica Sodoma y Gomorra.

Todo el que quisiera divertirse y con qué hacerlo tendría acceso a Putilandia (así se llamaría la ciudad perdida habitada por los ciudadanos excomulgados por la Santa que no cede, que como Savonarola femenina blande la Ley de la Familia). Todos tendrían acceso: menos los/las atrapados en cinco pecados capitales, a saber: la Avaricia, la Ira, la Envidia, la Soberbia, la Pereza. Sólo los amantes pecadores que ejercitan los dos mejores pecados capitales de la Lujuria y la Gula, serían admitidos en Putilandia. A los que por ningún motivo se les permitirá el acceso será a los curas pederastas y a sus encubridores, a los Góber Preciosos y a los que dicen: “Tú eres mi héroe, papá .Tengo dos bellezas de coñac para ti”.

Por supuesto que en Putilandia regirán leyes nuevas, modernas, anarquistas, que ampararán la libertad y la diversidad sexual, un amplio abanico de formas familiares (incluida la heterosexual). Si alguien profesa alguna religión, lo hará en su casa y con los suyos (el totalitarismo familiar será sancionado y se respetarán las diversas ideologías entre los miembros), no andará de exhibicionista queriendo tener televisión propia y respetará las ideas, las creencias y la vida privada de los demás. No existirá el Estado, coexistirán familias diversas y la propiedad privada será acotada y nunca avasallará la propiedad pública. En Putilandia se fomentarán la solidaridad, la educación, la diversión, el placer, la imaginación, la salud, la seguridad social, el trabajo no explotado y bien remunerado, el arte, la ciencia y la cultura. Putilandia sería un modelo de ciudad propuesto por México a la Organización de las Naciones Unidas como paradigma de las sociedades en el siglo XXI.

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